martes, 6 de septiembre de 2011

sway


Quien sea capaz de mirarla a los ojos sin sentir el suelo alejarse...

... que alce su voz seca.

Yo los miro, esos ojos suyos. Observo sus pupilas contraídas de todas las rabias y el amor que vinieron a trastabillar sus pasos, luchando por contenerse en el lacrimal desdibujado en sus ojos de gato.

Aún no soy capaz de abarcar las nebulosas de su iris sin dejar de preguntarme qué me dice cuando calla. Puta vida, me dice, entre risa y calada.
Me echa atrás el contraste de su sonrisa perfilada contra el tiempo, ese tiempo que no nos ha querido bien a ninguna.

Ella me quita el miedo.
Hiela el dolor bailándome el agua.


A fuerza de dolor de espalda, que ella siempre fue más de caminar sobre el aire.
Sabe distorsionar la realidad para convertirla en algo bello.


Nos quisimos, analfabetas entonces, en este mundo de derrames y coloquios desahuciados de su sentido, y nos queremos aún ahora, a sabiendas de las malas tretas de la reyerta.



Puestas a desangrarnos, lo hacemos juntas.

Y lo que tenga que venir, que venga a la hora del café.


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Vamos, escúpelo.