martes, 11 de octubre de 2011

Ay.


Prestancia, eleva la barbilla y entra.

Mírame, aquí estoy, una noche más solapando la lista interminable del derroche de tiempo.

Sigo sin ser nadie.
Y a pesar de ello me derramo cuando se abren en canal, otra vez.

Cuando le brindan una sonrisa amable a mi ocurrencia de niño de primaria.
Es el tacto de la piel interna entre sus muslos. Son su olor, el perfume que me sorprende cruzando intersecciones.
Son tan hermosas, dios, tan perfectas en los trazos de sus bocas.

Lo es todo en mi vida y jamás será consciente de ello.




Me muero.

Es eso lo que venía esperando mi impertinente presentimiento.





Sé que me muero y me falta el tiempo para rendir culto a tanto cuerpo, a tanta belleza, a tanto...



Algún día mereceré todo esto.

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