jueves, 27 de mayo de 2010

Destellos.


Hay veces que la vida te da una hostia sin avisarte.

Se fija en tí por una vez, y sin mediar palabra, se deja la piel arrastrándote a ese mísero hemisferio que es el de la mala suerte.

Yo soy cada vez más consciente de que no tengo ningún derecho a quejarme. La vida se limita a fluir a mi alrededor y no se inmiscuye en mis pequeños planes. Pero continuamente veo a los demás infectarse de casualidades y enredarse en circunstancias que no podrían haber acontecido en peor momento.

La realidad se diluye sin remedio, ahogada en el azar de los números, haciendo que la rutina parezca una cortina de humo de tabaco barato.


Obligándonos a buscar en las entrañas, ciegos como peces abisales.
Provoca un dolor punzante en el estómago y nos incita a doblar la espalda, deseando simplemente que todo pase rápido, careciendo lo demás de la más leve importancia.

Garabatea lágrimas en los ojos de las personas más bellas, exhalando una irónica tragedia al jugar con quien antes sólo sabía reír, con aquella sonrisa que despertaba en tí la mayor de las admiraciones.

Aquel optimismo que, por un momento, daba al mundo un matiz agradable y despreocupado de los problemas diarios.




Tortura la menor de las posibilidades y la reduce a un jamás, a un ojalá, un adiós a medias.



Paladear el placer de respirar es pedirle a la vida que te trate con respeto.

Pero la vida no respeta ni a su puta madre.






Vivir juntos, morir solos.

Y ni siquiera puedes asegurarte ese billete.







Buena suerte.




(8)--------> Te odio - Los Seis Días.

1 comentario:

  1. y luego esta ese momento en el que la vida te da un soplo de aire fresco permitiendote compartir momentos con personas maravillosas... personas como tú que entraron en mi mundo sin avisar, pero que ya no puedo dejar marchar

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Vamos, escúpelo.